Un mundo raro

Leyendo mangas y fanfics de Saint Seiya, mientras refunfuñaba por las nubes de lluvia que frustraron su intento de ver el paso de las Leónidas, una joven deseaba inconscientemente estar en aquel mundo ficticio peleando contra dioses antiguos en vez de la aburrida rutina de la vida real…

Bebiendo un jugo que tuvo un gusto algo extraño, comenzó a perder la conciencia sobre la computadora.

Un calor abrasador y una extraña incomodidad comenzaron a despertarla, sentía la cara arenosa lo cual era absurdo porque no había nada parecido en el escritorio donde se había trasnochado.

A medida que recobraba la conciencia, su cuerpo se llenaba de un dolor latente como si hubiera recibido una buena golpiza, algo le oprimía el pecho y al llevarse la mano a la cara para tallar sus ojos y tapar un poco la brillante luz que le golpeaba directamente, algo no se sintió bien, como si estuviera hinchada… sus manos se sentían demasiado grandes, pesadas y ¿ásperas?

Mientras terminaba de despertar y ajustarse, unas voces bulliciosas comenzaron a abrumarla, ¿por qué estaban tan ruidosos los vecinos hoy? Cuando al fin abrió los ojos, tuvo que tallarlos de nuevo y casi sufre un ataque cardiaco.

Golpeó sus mejillas para asegurarse de que lo que veía era real. Antes de soltar un grito de “¿qué diablos?” se tapó la boca con la mano cubierta de arena. ¿Estaba en el coliseo?

- ¿Entonces estás vivo? ¡Deja de dormir en el suelo como un ebrio y ponte a entrenar! -Le dijo la voz de alguien que pasaba.

- ¡Arriba flojo! -Dijo alguien más. Solo distinguió siluetas borrosas, el sol era demasiado brillante pero ciertamente distinguía figuras moviéndose como si pelearan. ¿Será? ¿me dijeron ‘flojo’? Miró sus manos tratando de enfocar, definitivamente no eran sus manos… pero al observarlas hubo algo más en su campo de visión, eso no estaba bien.

Repentinamente llevó sus manos al pecho plano cubierto con un peto de cuero y lentamente bajó la mirada recorriendo el resto de su cuerpo, cada vez más conmocionada y empezando a entrar en pánico al tiempo que su mente gritaba una y otra vez – ¿Por qué parezco hombre?

Se levantó completamente alterada sin saber exactamente a dónde pretendía ir, pero chocó con alguien.