[03] - hollow tree, husks of light

-Oh, verdad que pueden hacer todas esas cosas. Pero sabes... Veo tantas veces sus habilidades que ya no me parece nada del otro mundo. Sin insultar a nadie lo digo. Mira que hasta las habilidades de mi propio maestro me parecen ya normales. Estas "pequeñas cosas" se ven más intrigante para mi ahora. Jajajaja- Rio debido a la incomodidad que ella misma había propuesto, que más podía hacer la pelirroja sino reír por ello y terminar el asunto y no avergonzarse más ante Horace.

-Ohhh... Veo, veo- respondió caminando pausadamente y siguiendo las ordenes del plateado. Ambos se posicionaron en un espacio alto y con buena visibilidad. Ahí ante la vista de los dos estaba por iniciar el espectáculo de los Narcisos.  Un culto que parecía haber estado bien oculto por unos o quizás muchos años atrás. El hombre al cual Bekka se refiere como "presentador" anunció que el rito estaba por iniciar debido al posible intruso que estaba en camino. -¿Como?- pensó confusa la oji-miel, observando a Horace y haciendo una "X" con sus manos. Ella no tenía idea que el Santuario enviara a otro "agente". Era imposible, su maestro le hubiese dicho si fuese asi.

Horace parecía no tener idea delenviado, lo que significaba que no era de su lado. ¿Pero quien más estaría interesado en asuntos de ese tipo además de los santos de Athena? ¿Hades? Imposible... ¿Civiles? Fuu. Ellos no tenían ni idea de lo que les rodeaba. ¿Pendragon? ... No, esto era demasiado para él. O mejor dicho demasiado para sus ambiciones.

Instintivamente Bekka acarició sus pulseras, es decir las dagas que acostumbraba usar. Si es posible no quería usar la violencia pero por proteger a los civiles que tan bien le habían tratado desde su llegada y a su amigo Horace, estaba dispuesto a usarlas sin dudas.

La hora pasó más rápido de lo que ella se hubiese imaginado. Ella mantuvo su puesto mientras su colega/amigo inspeccionaba a su manera el lugar. Rebekka se dedicó a ver a los presentes pues quería memorizar, no sus caras obviamente porque todos llevaban un antifaz pero al menos la ropa, esencia, o pequeños gestos que los delataran. A las únicas que reconocía bien era a las dos ancianas que estaban sentadas en la parte central de la audiencia. Osea que no eran los peces gordos sentados en el frente del lugar.  

-Agradecemos su espera. Daremos inicio a nuestra reunión improvisada. Tocaremos algunos puntos importantes.
Hemos recibido noticias de uno de nuestros fieles que dos turistas, un hombre y una mujer. Ambos de edad adulta han hecho preguntas atrevidas sobre el castillo y hechos pasados nuestros. No se alarmen...- Dijo llamando a la calma, luego que algunas voces se alzaran mostrando desconforto. - Parecen simples niños curiosos. Trataremos este asunto igual que con los otros. Nunca falla. Y nadie sabra de ellos. No se olviden de usar su "perfume" especial-  

-Lo siguiente. Nuestro perfumista, ha encontrado una nueva formula más efectiva. Haremos la prueba una vez termine esta reunión- Mas voces en descontento se alzaron por lo rápido que se mostraría el nuevo prototipo de la muestra. -Lamentamos informar esto a última hora. Estamos previniendo que "extraños" se interpongan en nuestro objetivo final. Y eso incluye nuestro último punto. Nuestro infiltrado en la base de Pendragon nos ha informado que un enviado llegara pronto a hacernos una visita. Debemos tener cuidado de no ser descubiertos. Nos encarageremos de él y  si todo funciona perfectamente podremos hacernos de las  riquezas de Pendragon en nuestras manos. La nueva esencia nos llevará a la victoria-  y de pronto varios aplausos elegantes hicieron eco en toda la sala.

-Lo recuerdo... Ni lo menciones. Ese señor Pendrago está en todos lados- susurró a pesar que sabía que estaban siendo cubiertos por un velo de protección por obra del plateado. Pero le carcomía por dentro que pudiesen ser escuchados y todo se hechase a perder por ella. Su vista se fijó nuevamente hacia el frente, viendo como traían un pequeño paquete con sumo cuidado, dentro estaba una pequeña botellita decorada con algunas piedras, cosas de nobles solo podía ser. El anfitrión tomó el empaque, y vertió muy poco sobre su propio cuerpo y sobre otros empleados del lugar que estaban atrás de él.

El aroma poco a poco se explayó por la zona, y como si fuese esperado algunos de los presentes se inclinaron hacia adelante con expectación, buscando sentir el aroma lo más rápido posible. Instintivamente una de las manos de Rebekka se poso en su rostro, tentando cubrir sus fosas nasales aunque el aroma estaba aún muy lejos de ellos. 1... 2... 3... Pronto, exclamaciones, vitóres, gritos y carcajadas grotescas fueron lo único que la pelirroja pudo percebir. -¿Qué es eso? Se ven... ¿más vivos?- Las ancianas se levantaron de una, olvidando el dolor de espalda que antes habían mencionado. Los nobles que estaban más cerca del palco comenzaron a tomar los bancos forjados de metal puro con sus manos provocando una palidez inhumana . Los empleados comenzaron a gimotear inicialmente, uno de ellos logro torcer el metal a su gusto de una silla que estaba a su costado. Otro, tomó una caja de madera gruesa y con su mano logró destruirla en pequeños trozos que volaron por todo el escenario. Y así uno tras otro dió una muestra de lo que podían hacer...

Los más alejados los cuales no sintieron por completo la fragancia se veían orgullosos pero a la vez recelosos por no estar en primera fila y apreciar la vista. -Ahora tiene sentido porque todos querían sentarse al frente. Pero.... ¿Hay más? ¿Qué es?- Los nobles, que hasta ahora no eran más que ancianos (la mayoría) parecían querer regocijarse de una fuerza que nunca antes tuvieron ni cuando eran jovenes. Se notaba en sus ojos que querían la fragancia para ellos mismos. Aquello solo podía ser una cosa, un potenciador que llevaba al límite las capacidades de un ser humano, el detalle era... ¿a que precio?...

Por el contrario el ainfitrión pareció perder la noción de donde estaban, sus ojos se desorbitaron y se tornaron rojizos, su piel se tornó pálida y luego paso a un color rosáceo, su masa muscular se agrandó levemente y luego se tornó morado como si hubiese sido golpeado. No parecía estar vivo ahora, pero a ellos eso parecía no importarles a los nobles tampoco, no cuando tenían tanto poder entre sus manos.  Luego todo acabo y el anfitrión volvió a su estado normal. Él peinó sus cabellos, como si nada hubiese pasado, dió una sonrisa llena de suficiencia y... -Empezamos. ¿Cuántas cajas quieren?- En menos de un segundo muchas manos y voces se alzaron sobre la habitación.

-No solo los matará... El caballero optará por el bien mayor. Y destruirá toda la ciudad con tal de eliminar esa planta. No importará si gente inocente sufre por ello... ¿Todo acabara?-