[03] - hollow tree, husks of light

-¿Cuatro?... !Cuatro!... Eso no se ve bien- dijo la pelirroja preocupada observando a Horace y ayudándole a sentarse con cuidado para evitar otro golpe o movimiento brusco de cabeza, cosa que empeoraría la situación. Se arrodilló a su lado para ayudar en caso que fuese necesario o simplemente como compañía para evitar que el varón durmiese. Así que Bekka no pudo evitar tragar duro cuando vió que Horace no estaba hablando nada, quizá ella misma debía comenzar la conversa. - Vamos Bekka, habla cualquier cosa, no interesa el tema- se animó a si misma, y justo cuando iba a abrir la boca, él inicio.

-!Sí!- no pudo evitar hablar dicha palabra fuerte y alto ante la primera frase de evitar el sueño. -¿Oh? ... Eres de buena familia... Bueno, al menos de una acomodada... Realmente me disculpo pues no parecía a simple vista. No, lo tomes a mal... No trato de criticarte, solo que es fácil hablar contigo a diferencia de gente opulenta- ni ella misma sabía que estaba diciendo, puramente palabrería para que él evitase el sueño. Pero ya bastaba de tonterías. tenía que comportarse a la altura y seguir el hilo de la conversación como gente normal -¿Secuestro?... ¿Amoría?... Justo como una novela de un best-seller... Igualmente lamento lo de tus padres... Bueno, en mi caso... Mi historia no es nada del otro mundo, ni con tanto giro argumental-  Paró unos segundos para recordar a su familia y justo cuando visualizo sus caras no pudo evitar sentir felicidad por ellos.

-Nací en un pueblo pequeño, donde casi todo está cubierto por nieve los 365 días al año. Mis padres se conocieron desde la secundaria y están juntos hasta ahora, matrimonio feliz ya sabes, siempre amorosos...  Tengo una hermana 4 años más joven, ella es rubia, bonita, toda una señorita con buenas cualidades. Es el orgullo de la familia- Bekka aún podía recordar la sonrisa que le dedicó su adorada hermana 3 años atrás antes de partir a su entrenamiento para ostentar una de las sagradas armaduras de Athena. -Ella se parece más a mamá y yo a papá. Soy su versión femenina...- se señaló a si misma, en especial a su cabello rojizo.

-Y la próxima vez que estes de vacaciones, te llevaré a conocerlos y a esquiar en las montañas. Luego de un tiempo, serás todo un experto. Te gustará los dulces locales.... ¿Te gustan los dulces?... Bueno, le decimos dulces aunque no llevan mucha azucar ysi bastante leche... ¿No eres alérgico a la leche, verdad? ... ¿Chocolate amargo quizá?... El cacao es bueno-

Bekka escuchó atentamente cada palabra, pues siempre se había interesado por conocer gente nueva y saber sus historias, para ella, su misma historia no era tan interesante, aunque no se quejaba pues su origen familiar era humilde pero amoroso. -Todos tenemos algo de timidez a la hora de hablar con otros... Creo que es lo normal... ¿Oh?... Igualmente... Es refrescante conocer gente nueva- cabeceó un par de veces, tratando de convencer a Horace y mantenerlo enfocado en algo que no fuese dormir y dolor, aunque no sabía si estaba funcionando. -Hahaha... Claro, claro... Será solo dulces con mucha azucar, no demasiado solo lo suficiente, no queremos que te dé un coma diabetico... Menos en mi ciudad, donde el nivel de mortalidad es muy bajo... No nos metamos con los números- habló rápidamente, esperando que el británico pudiera seguirle la corriente, bueno si no lo hacía tampoco se perdía imformación importante.

-Igualmente comerás muchos dulces cen casa, mamá y mi hermana tienen buena mano para las cosas domésticas y cocinar es una de ellas... Ojalá hubiera yo recibido ese don. La cocina no me va bien, aunque limpiar es como más mi punto fuerte- ella misma no podía evitar sonreir sobre lo bien normal que sería la vida en las montañas heladas de Austria.

-¿Teatro?... !Que forma de descubrir sobre el cosmos!... Parece que siempre tienes una historia intrigante que contar... Espero hayan sido mejores días después de lo de la familia... O al menos una mejoría... Tengo curiosidad sobre tu maestro, tu entrenamiento y sobre todo los dulces que los judíos comen... - dijo ella mirando hacia nada especificamene pero pensando cuanto tiempo habían gastado ahí descansando. Esperaba que no mucho pues no quería salir del lugar ya oscureciendo, sería demasiado peligroso para ambos. -Aunque... Espero me lo puedas contar cuando salgamos de aquí... Completos... ¿Cómo te sientes... Mejor?... ¿Crees que puedas continuar?- Bekka se puso de pie y le tendió la mano para ayudarlo a ponerse de pie.

-¿Un dorado?... Tu maestro fue un dorado- no pudo evitar sorprenderse por tal información, realmente no son muchos aquellos que tenían el "privilegio" de ser entrenados por uno de los santos de oro, es más ellos siempre estaban ocupados y con misiones de aquí para allá que siempre no estaban tan presentes en el Santuario o en un lugar fijo. -Acaso veías a más  de una Bekka- rió la pelirroja por lo bajo ante esa loca idea, ya ella se consideraba cansativa muchas veces así que tener dos Rebekkas sin duda sería una idea muy muy muy mala. Ella siguió escuchando y de pronto su cuerpo se congeló y quedó parada ahí como una ida... -¿Como pude?...- alzó ambas manos a su cabeza, restregando sus cabellos rojos. Ella una guerrera del Santuario se había olvidado por completo de su armadura, ni siquiera se había pasado la idea por la mente. Y debido a ese descuido Horace lo había pasado mal. Quizá si ella hubiera la usado, hubiera podido ayudar a Horace y graves daños no hubieran sido administrados a su colega.

-!Ahhh!... Vamos, vamos- Suspiró pesadamente Bekka, mientras seguía a Horace que parecía ya muy aimado. -Si mi maestro se entera de eso, no la libro- susurró solo imaginando a su maestro con ese tono de voz grave, y esa mirada con sus orbes violetas y gestos sarcásticos tras esas gafas que aparentaban darle un aire tranquilo... !Mentiras!... Era el mismísimo demonio oculto bajo esa sonrisa. Rebekka se estremeció lentamente al recordarlo un poco. Primero debía salir de ahí antes de pensar como encarar a su "sagrado mentor".

-¿Podemos ir hacia la derecha?... Es una corazonada... Espero no sea para mal-

A pesar de ser muy habladora, la pelirroja no se atrevió a decir nada ante la idea de mas Bekkas (seguro que causaba un dolor de cabeza pensar en más de ella misma) y sobre las armaduras (ella juraba que podía sentir el pesar de la mirada de su maestro con tan solo recordarlo, así que estaba fuera de cuestión). Ambos avanzaron si perder tiempo por un extenso corredor y la pelirroja pensó que así pasaría el resto del camino hasta que escuchó la historia del maestro de Horace... El santo dorado de Aries... El artesano... Como su maestro le gustaba llamarlo... Realmente, ella había escuchado muy poco de él, y eso se debía a lo que el británico había mencionado. El dorado era sin duda alguien recluido, su propio maestro lo había visto pocas veces al año cuando iba de visita. Y en todas esas veces, ella no lo había acompañado porque a cualquier oportunidad ella optaba por fugar/visitar su familia en casa.

-No sé si raro pero el parece tanquilo y una persona amable... Me gustaría conocerlo luego, no sé si me reciba debe ser un hombre muy ocupado... Y bueno...- instintivamente ella se mordió los labios al pensar en su maestro, no había planeado hablar de él pero ya que ambos estaban compartiendo historias no podía negarse tan fácilmente. -Bueno... Él es santo dorado de Cáncer... no sé si has escuchado historias sobre él pero la mayoría son verdaderas... -Dijo mientras pasaba una mano por su cabeza y reía por lo bajo ante su propia respuesta. Si su maestro se enteraba que estaba hablando así seguro que le daba un entrenamiento infernal en cascadas heladas, justamente el lugar donde le había conocido -Él es muy amigable y justo pero siempre debes ser cuidadoso porque es algo descarado, deslocado...- Ella llevó un dedo a sus labios y en voz baja pero determinada le comentó a Horace... - Así que si lo ves sonreír burlonamente... no siempre es bueno... Por eso corre, lo más lejos posible... Antes que él tenga una idea ingeniosa... La cual siempre termina en muchos problemas... Creéme-

Agradecidamente el pasillo acabo y ambos entraron a una pequeña recámara donde parecían haber varias cajas y bolsas de viajeros, seguro de pobres almas que habían encontrado su fin al cruzarse con las bestias. La joven se alejó del británico y se agachó para tomar una de las bolsas , la cual contenía 3 tarros medios de leche de amapola, un producto de alta calidad y que parecía estar en buenas condiciones, sin duda la humedad y la baja temperatura del lugar habían mantenido muchos productos frescos. -Bueno, no moriremos de hambre- le sonrió a Horace ante su descubrimiento, a ella en especial le gustaba la leche.

-Algo parecido... No tan maquiavélico... Solo lo suficiente... Aunque es buena persona- se apresuro a decir ella, no quería que esos comentarios llegaran hasta su maestro, no sería bueno para ella, sino de seguro tendría que hacer entrenamiento en aquellas cascadas heladas donde había conocido a su protector y profesor. -Así que así funciona... Sabía que era un item raro pero no sabía su funcionalidad- Se acercó la pelirroja hasta el británico observano las características de la piel de jabalí. Quien sabe si a futuro le servia de algo al menos reconocer itens productivos como él que habían encontrado. -¿Ah?...- Ciertamente lo ue Horace decía era verdad, no era normal que encontraran ese tipo de objetos así por así y como los monstruos no eran capaces de saber la valía de estas cosas no era posible que ellos hubieran tomado esto por sí mismos... Lo que significaba que seres humanos habían tenido que entrar hasta este punto... Donde finalmente habían perdido sus vidas y sus cosas... -No deberías decirlo así de fácil- susurro ella con cierto temor en sus propias palabras, cuando de pronto un rugido se escuchó por el lugar... Era muy similar al que habían escuchado el problema era, que parecía estar cerca, a decir verdad...  demasiado cerca.

-Demonios... Justo ahora...- Dijo la oji-verde girando para ver como la cámara donde estaban empezaba a vibrar y sacudirse por los violentos pasos de la bestia. No había como huir ahora, y si lo hacían será muy peligroso... -Creo que lo mejor es acabarlo aquí y ahora... No podemos por nada en el mundo dejar que salga al exterior... Sería muy peligroso- Ella suspiro intenando relajarse aunque no era fácil cuando las pisadas sacudían con más violencia la tierra. -Horace... Sé que estás herido... Y no quiero ofenderte pero, yo iré al frente... Tu habilidad puede ser usada a larga distancia, lo que nos beneficia... Mientras que la mía se basa más en cuerpo a cuerpo... Le haré una herida profunda y aprovecharemos eso-  Cuando terminó de hablar, el jefe ya estaba en la misma sala que ellos.

Era grande, de color blanco con la cabeza casi desdoblada, y sin duda con mucha ira en manos que justamente seguraban dos grandes hachas. Y aunque las armaduras les protegían, un golpe de esos podría dañarlos o incluso peor, matarlos. -Saldremos de está con vida... No hay duda- Dijo ella dándose unas palmadas en ambas mejillas, dejándolas algo rojizas para luego darle una mirada de "si podemos" a Horace.  La bestia dió otro rugido intentando intimidar a ambos guerreros aunque estaba equivocado pues ambos estaban más que listos. El minotauro sintiendo la determinación de ambos guerreros, comenzó a blandir sus hachas creando grandes ventiscas que alzaban mucha tierra y polvo.

Bekka comenzó a moverse entre la humareda de polvo se alejó de Horace, lo mejor era dividirse, llamar la atención del onstruo y tentar confudirlo al atacarlo por diferentes blancos. La bestia siguió la figura de la joven, hasta que su paciencia se agotó y dió varios sablazos con ambas hachas contra la pelirroja, quien a duras penas evitaba ser golpeada. Sabiendo que ella era mejor en combate cuerpo a cuerpo, en uno de los sablazos no se le ocurrió mejor idea que pegarse a la gran mano de la bestia, de tal forma que cuando alzó su hacha, Bekka fue llevada como un pasajero. La bestia al percibir eso, entro en furia y empezó a sacudir su mano pero ya era muy tarde... Bekka había aterrizado en la cabeza del blanquito, y gracias a que estaba medio partida, era más fácil mantenrse de pie. Nuevamente intentó cortar a Rebekka con su hacha pero está ya había descendido hasta su cuello, y justo antes de golpearse a sí mismo se detuvo, como si entendiera que estaba por hacer. -¿Será que él se había golpeado a sí mismo antes?- Bueno, no había tiempo para pensamientos profundos y antes que perdiera la oportunidad. Bekka materializó sus dagas. -Mutilar- y de pronto su cosmos comenzó a cortar la carne de su objetivo sin parar, cortada tras cortada mientras se escuchaban gritos de dolor.  Por instinto, la bestio dejó caer el hacha e intentó coger a la joven que tuvo que saltar del cuello hasta uno de los cuernos para evitar se aplastada. La sangre corría por su cuerpo, pero aún así podía matarlos de un solo golpe, aunque lo bueno era que ella no estaba sola... Horace estaba allí pronto para el ataque.

Ella que se estaba sosteniendo del cuerno de la bestia podía ver claramente cientos de cuchillos formarse alrededor de su objetio. Bekka sabía lo que vendría por consiguiente lo primero que debía hacer era salir de ahí. Y así lo hizo, cuando soltó sus manos del cuerno y se deslizó hacia el suelo, aterrizando sobre ambos pies para luego rodar lejos del área del ataque de Horace. Cuando se puso de pie, casi todo ya había acabado... Pues lo que quedaba de la bestia yacía desparramado sobre el suelo en diferentes trozos de carne. -Todo parece tan irreal... Nada tan complicado- Pensó la pelirroja. Quizá y el minotauro no era el jefe del calabozo y vendría otro pero al no escuchar nada, parecía que no era así la situación.

-No lo creo... Realmente espero que no- Respondió al ver como se disolvía todo en polvo dorado. Sin duda muy extraño, aunque ella no se quejaba pues significaba que había un monstruo menos que luchar. Y como mal augurio, todo empezó a resquebrajarse comenzando por el techo y luego las paredes. -Es como el exterior, y me parece que nos está invitando a irnos de aquí- la pelirroja comezó a andar por la recámara donde misteriosamente aparecieron dos puertas, una parecía ir hacia el exterior y la otra hacia otro calabozo al parecer... -¿Y ahora que hacemos?- ella observó a Horace por una opinión.